En algunas partes de los océanos se encuentran concentraciones mayores de plástico. Los peces las ingieren y corren el peligro de morir.
El comisario de Medio Ambiente de la Unión Europea, Janez Potocnik, le ha declarado la guerra a la bolsa de plástico: es antiecológica y cada europeo gasta unas 500 al año. Pero, ¿tienen sentido los planes de Potocnik?
“Estamos barajando todas las opciones, también una prohibición”, asegura el comisario europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik. Las 500 bolsas de plástico que según sus datos usa anualmente cada uno de los habitantes del continente acaban en la basura después de su primer empleo. Esto ensucia y daña a la naturaleza, al ámbito que Potocnik se ha comprometido a proteger.
“Más plástico que plancton”
Las bolsas que se tiran sin cuidado y el viento reparte son un problema en tierra, pero mucho mayor en el mar. La basura plástica no sólo se acumula en los fondos marinos: el Consejo de Medio Ambiente de la UE ha calculado que por el Mediterráneo flotan unos 250.000 millones de partículas de plástico, que juntas pesan alrededor de 500 toneladas. Su disolución puede llegar a durar cientos de años, informa Deutsche Welle.
“Esas partículas nos preocupan”, reconoce Heribert Wefers, de la Federación Alemana de Medio Ambiente y Protección de la Naturaleza (BUND por sus siglas en alemán), “en algunas partes de los océanos se encuentran en concentraciones mayores que las del plancton. Los peces las ingieren y sus estómagos están más llenos de plástico que de plancton, y corren el peligro de morir de hambre”.
También para las aves marinas supone esto un peligro: bien porque se enzarzan en las bolsas y mueren asfixiadas, bien porque se comen los peces cuyo interior está repleto de plástico.
Medidas y desmedidas
Las bolsas de plástico tienen otro inconveniente: se producen a partir del petróleo, y éste, como es sabido, se agota. Según BUND, el 25 % de los países del mundo están en contra de su uso y algunos, como Australia o la India, ya las han prohibido. En ciertos Estados norteamericanos, Irlanda o Bélgica las gravan con impuestos, haciéndolas más caras y menos atractivas. En China ya no se pueden regalar, y en Italia no están permitidas a no ser que sean de plástico biológico.
Sin embargo, la etiqueta ecológica engaña en este caso, dicen los activistas alemanes: muchas veces contienen estas bolsas productos igualmente nocivos para el medio ambiente y tampoco se degradan a la velocidad deseada.
Wefers da un consejo: “La bolsa de algodón o la de yuta: ésas son verdaderas alternativas. Ambas son reutilizables y de un material verdaderamente ecológico. La de papel, por el contrario, no lo es tanto, porque para que sean estables han de mezclarse sustancias químicas en su fabricación”.
Fuente: RPP noticias
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