El Nobel participó en el Festival Internacional de Poesía de Granada junto a Benjamín Prado como teloneros de la pianista Rosa Torres-Pardo y el poeta Luis García Montero
Granada - 13/05/2011. El País
El género literario supremo y excelso, de una perfección inigualable, es la poesía, el más antiguo que existe y donde la lengua se transforma en algo verdaderamente rico y esplendoroso", afirmó anoche el último y flamante premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, quien protagonizó, junto al poeta madrileño Benjamín Prado uno de los actos estrella de los que esta semana se desarrollan en el VIII Festival Internacional de Poesía Ciudad de Granada, que desde el lunes pasado y hasta hoy se celebra en la capital andaluza.
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El autor de El sueño del celta, habló en el auditorio Manuel de Falla de su última novela, pero la conversación fue conducida de tal forma y con tal acierto por Prado, que terminó haciendo un introspectivo recorrido por su literatura, sus lecturas, su vida familiar, sus mitomanías, sus secretos (reveló, con cierto pudor, que los personajes que convierte en seres malos malísimos, terminan gozando de su cariño) y su próximo trabajo, un ensayo al que llamará La civilización del espectáculo, en el que habla de cómo la cultura ha pasado a ser un pasatiempo: "A veces con originalidad y creatividad, pero siempre persiguiendo el objetivo de distraer y entretener, si sobrevivo al Nobel quiero terminarlo, porque hay mucho que reflexionar sobre este asunto", dijo el autor de Pantaleón y las visitadoras.
Prado empujó en más de un momento al escritor hispano-peruano a hablar de su relación con la poesía. Mientras Prado señaló que en su literatura aparecen muchos poetas, pero siempre son personajes frustrados y no muy brillantes, Vargas Llosa entre risas confesó que así era y comenzó aclarando que eso que dicen de que en todo prosista hay un poeta frustrado es muy probablemente cierto: "Yo no soy una excepción y mi relación con la literatura también empezó con la poesía, mamá tenía en su mesita de noche Veinte canciones de amor y una canción desesperada y como tenía prohibido leer ese libro, ejercía sobre mí una atracción irresistible, sabía que era algo pecaminoso, pero no entendía el qué, aunque aquellos versos con lo de El cuerpo del amigo salvaje... me desasosegaban sobremanera, así que para mí la poesía empiezó con la idea de transgresión, prohibición y pecado", confesó mientras el público reía abiertamente.
Tras hablar de su querencia por Neruda no ocultó que Góngora fue "una tabla de salvación cuando estuve aturdido al meterme en política; me levantaba muy temprano y aunque fueran quince minutos me sumergía en un mundo de absoluta perfección y belleza, en contraste con el resto del día, que era terriblemente violento y cruel, como puede llegar a ser la política, por lo que siento por Góngora una extraordinaria gratitud, gracias a él mantuve viva mi vocación de lector".
Vargas Llosa también habló de los peligros que entraña esa cercanía a la hora de hacer literatura: "El periodista utiliza el lenguaje de una manera funcional, y el lenguaje tiene que ser un vehículo, un transmisor, pero siempre tienes que, dentro de ese mar en el que te sumerges y dentro de ese lenguaje, encontrar un estilo, para que la historia que cuentes tenga una originalidad, ya que el lenguaje que se practica diariamente hace que adoptes clichés y lugares comunes, un tipo de lenguaje muerto, algo que es peligrosísimo para la literatura", señaló este escritor que dejó claro que para él, el periodismo, es un puente entre su escritorio y su mundo: "Lo que pasa en la calle es lo que me nutre, creo que en ese aspecto sigo siendo sartriano y pienso que la literatura tiene que estar en contacto con la vida del día a día, tiene que embeberse en ella, el escritor solo puede aislarse después de haber estado sumergido en lo que hay alrededor de la vida".
Después de que el público despidiera, puesto en pie, al Nobel se celebró uno de los actos más bellos de la presente edición del FIP, protagonizado por la pianista Rosa Torres-Pardo, considerada una de las grandes concertistas del mundo y la más perfecta intérprete de la música de Albéniz, y Luis García Montero, en la cabecera de los grandes poetas españoles contemporáneos. Mientras ella interpretó diversos temas de la Suite Albéniz, el poeta granadino leyó poemas propios relacionados con esta obra, como El Sur o Lavapiés y otros relacionados con la ciudad de Granada, como Preguntas a un lector futuro.
Fuente: http://www.elpais.com
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