miércoles, 23 de marzo de 2011

Filosofía y educación


Uno de los personajes más autorizados para discutir sobre inteligencia, el suizo Jean Piaget, ("son los padres no los niños, quienes merecen la paliza") declaraba que el desarrollo de aquella supone que el individuo tenga intereses, curiosidades, etc. y que si el medio social es rico en incitaciones, si el niño vive en una familia en que se manejan ideas y se plantean problemas, se logrará un avance en la más destacada de las facultades humanas: la inteligencia, contando con el mínimo de capacidades correspondientes. Si el medio es adverso o extraño a eso, el retraso es indefectible. En tal sentido, la acción educativa debe identificar los dispositivos que permitan el avance infantil, que la adquisición la realiza el sujeto por sí mismo, que debe descubrirla. Por ello la finalidad de los sistemas educativos debe reducirse a la repetición de lo aprendido por las generaciones precedentes, sino que deben tender a la formación de creadores e innovadores.

CIENCIA Y FILOSOFÍA

El enjambre de datos aportados por las ciencias particulares sobre la acción educativa ha generado una optimista pero incorrecta actitud positivista, determinando el privilegio de los medios en detrimento de los fines, que resultan preteridos a pesar de que sólo ellos pueden. alumbrar el camino. La seguridad y exactitud de los datos científicos parecen indicar la clave del acto de educar al contemplar casi deslumbrados los aportes de las ramas especializadas, como la psicología genética, a la psicología experimental, la psicología del aprendizaje, etc., en la determinación de la administración de los contenidos educativos, olvidándose que el accionar pedagógico es una tarea de servicio y como tal, una postura actitudinal fundada en criterios éticos y axiológicos, cuyos perfiles corresponde a la filosofía.
Frente al acopio abigarrado de datos aislados, corresponde a la filosofía ordenarlos coherentemente, organizarlos, coordinarlos. integrarlos y sintetizarlos en un enfoque totalizador, comprehensivo, crítico y reflexivo a fin de dotar de unidad a los conocimientos particulares: he ahí el recurso a la filosofía para determinar la teoría de la educación, que sería impensable si nos atuvíeramos al nivel exclusivo de las disciplinas particulares.

La naturaleza parcelaria, forzosamente regional y fragmentaria del conocimiento científico se ve expresada  en sus enfoques unilaterales orientados a la captación de una parte del ser, punto de vista particular sobre algún aspecto de la realidad física, social, espiritual o psíquica. Demás está destacar que el acto de educar no podrá llevarse adelante al impulso de la metodología científica por más que se afane de cumplir con dicho encargo de manera exclusiva. Si ello sucediera, ni aún así renunciaría la filosofía a su derecho de enjuiciar críticamente estos procedimientos cuyos fundamentos es necesario examinar para certificar su validez y confidencialidad.
Es forzosamente necesario reflexionar sobre las cuestiones planteadas por las ciencias educacionales, a fin de elucidar problemas, valores y fines que la educación como praxis humana demanda: el examen de la libertad como medio de educación, la ética y la moralidad que el educar plantea proponiendo poniendo principios fundadores, esclareciendo las antinomias pedagógicas, definiendo la esencia de la realidad educativa como proceso que relaciona al educador y al educado o definiendo la esencia del hombre, que vía el proyecto educativo encontrará su realización. (Levéque y Best).

Es misión de la filosofía el examen de los grandes y fundamentales interrogantes de la existencia humana, con la razón como instruménto clave, en la determinación del ser o realidad verdadera y última. En un comienzo filosofía y ciencia se confunden en el esfuerzo racional interesados por los problemas claves tanto teóricos como prácticos. Las ciencias fueron desgajándose de la filosofía al irse formando cuerpos de conocimientos que dan cuenta y se encargan de una parcela del ser y cual "hijas necesariamente ingratas" nunca volverán al seno de la madre, por las dinámica interna de su desarrofIo que avanza conntinuamente, tanto por la naturaleza de los objetos que enfrenta cuanto del progreso de los medios e ins trumentos que utiliza. La filosofía aborda una temática especialmente compleja, en cuyo conocimiento no es posible avanzar como en la ciencia, ya que muchos de sus problemas son difíciles de resolver con carácter definitivo, imposibles de un tratamiento meramente técnico, como son los relativos a los fines de la acción humana, inabordables bajo una óptica instrumental que si es operante en los problemas prácticos sometidos al tratamiento científico y tecnológico.

La seguridad y rigurosidad científicas tienen su basamento en la aceptación de supuestos por parte de la ciencia, que la fisolofía rechaza como conocimierito radical y consecuente con la actitud racional, somete todo tipo de supuestos a examen y evaluación, aún quellos que la ciencia tiene por evidentes verdades que no requieren demostración. Como es el caso de los matemáticos que no se preguntan por el fundamento de los axiomas, que los suponen verdades evidentes que sirven para demostrar los teoremas que son deducidos lógicamente de aquellos. Este dogmatismo científico no es aceptado por el filósofo que indaga sobre los fundamentos últimos de la realidad.

Artículo publicado en La Industria. 22 de agosto de 1983



No hay comentarios:

Publicar un comentario