Parte II
Por su vida y obra, Inmanuel Kant es un filósofo muy singular; no sólo filásofo, sino, gran autoridad en diversas ciencias, úmco, porque nadie como él dejé madurar tanto su pensamiento, meditando cerca de cuarenta años, para escribir sus obras fundamentale, enfernizo, pese a su quebrantada salud paso los 80 años gracias a una extraordinalia regularidad de su vida, que llevo a decir a su biògrafo que habìa transcurrido con la misma regularidad los verbos regulares, ninguno como èl causarìa tanto sobresalto y transtorno en el pensamiento de su tiempo, pues el peso determinante de sus ideas ejercio una influencia pocas veces comparables en la filosofìa del siglo XIX y XX.
Le corresponde el mèrito de reunir los logros y tendencias màs importantes de la època moderna, que es uno de los momentos màs fecundos y de mayor hondura filosòfica; nunca se alejo de su pueblo natal, Konisberg, en donde escribirìa todas sus obras, en cuya Universidad serà profesor y posteriormente rector; era famoso pòr su exagerada puntualidad; sus vecinos al verle pasear su pequeña figura solitarìa por la avenida de Los Tilos de su ciudad, aconstumbraban poner sus relojes en la hora al verle pasar, normalidad que fue interrumpida cuando empezò la lectura de Emilio de Roussearu, que segùn nuestro filòsofo deberìa repetirse su lectura por que la primera, la belleza del estilo hacia perder el asunto. Se comprometìo dos veces, pero se quedò soltero.
La fama de Kant creciò tanto, que a llevado a decir a muchos que para ser filòsofo hay que ser kantiano; Ortega y Gasset declaraba que habìa vivido prisionero de sus ideas màs de una dècada, sin las cuales no podrìa comprender el sentido de nuestro tiempo.
Instaurador de un nuevo pensar, el que hacer kantiano se asume como un saber fundamental y regulador del pensamiento moderno, que arranca con la filosofìa crìtica del solitario pensador de Konisberg; los retornos sucesivos a su obra continúan como una constante en la filosofía, del último siglo y medio, fenómeno que se compadece y torna vigente la propia admonición, de Kant: "Un día mis libros, serán estudiados y se apreciará su valor". Admirado por la fecundidad de su talento, Heidegger exclamará que la "Crítica" pertenece, a aquellas obras que mientras haya filosofía en esta tierra, tornan a ser cada día inagotables. La incorrecta apreciación de su valor, evidencia la incorrecta incomprensiòn que ha consitado la meditación kantiana en las filas del materialismo e idealismo, que contrasta con la innegable perennidad y vigencia de su obra fundamental, que desde sus comienzos desatará las furias el oseurantismo de su época.
Inicialmente preocupado por las ciencias naturates que las cultivó con brillantez, 'escribió sobre los planetas, terremotos, el fuego, los volcanes, los vientos, la geografìa, la etnografìa y la antropología, será uno de los primeros en aclarar. el papel de las mareas y, en biología, esbozará la idea de la clasifi'cación genealógica del munao animal; en antropología desarrolla la idea de la historia natural de las razas. Cuarenta años que Laplace, eshozó la genial hipòtesisdel origen del mundo a partir de la nebulosa primitiva, en su perdurable Historia de los Cielos, teotia que se conoce actualmente como Kant-Laplace. La aportación kantiana a la ciencia, ha dispensado a Kant considerable popularidad en nuestro tiempo, ameritada por la estructura. de las concepciones, que a mérito del famoso científico, inglés contemporáneo J.B.S. Haldane '''son más importantes ahora que cuando Kant llegó a ellas, cien años hace". Como antecedente de esto, Engels había declarado anteriormente que las teorías kantianas eran concienzudamente científicas y que habían hecho retemblar la idea de que la naturaleza no tenía historia alguna en el tiempo.
Definitivamente instalado en la filosofía, abordará la ardua tarea de analizar, criticar y superar las concepciones precedentes de la problemática cognoscitiva que suscitaron empiristas y racionalistas, búsqueda que le significará doce años de infatigable labor. En un primer momento de su tarea filosófica, 1770, intentará resolver las cuestiones referentes al ser, la filosofía de la naturaleza, la religión, la ética y la lógica; el punto de partida será la fundamentación de la filosofìa como saber teórico que elabora y funda al margen de la expe:riencia. El segundo momento se configura a partir de 1770, es el que se conoce como filosofìa crìtica, marcada por una investigaciòn profunda de carácter gnosceològico, cuya premisa constituye la doctrina kantiana de la "cosa en sì" y los "fenòmenos"; el mundo de las cosas, existe independientemente de nuestra conciencia, estas son las "cosas en si", las que no pueden ser dadas por la experiencia, pero actùan sobre nuestros sentidos, empezando el conocimiento. El reconocimiento material de esta tesis va ser articulado en la doctrina de "la crìtica de la razòn".
El filósofo de Konisberg formulará uno de los fundamentos de los derechos del hombre en su famoso principio, de que cada hombre, debe ser considerado como un fin en si mismo; amante de la libertad, llegará a decir que "no puede haber nada más espantoso que el que las acciones de un hombre deban estar sometidas a la voluntad de otro".
Pensar en términos de realidad, ahí está la gran presencia kantiana y su gran puesto en la historia del pensamiento humano, abordada como interoretación crítica, dentro de una estrategia serenamente concertada en los principios del entendimiento puro del idealismo trascendental. La razón pura como "legisladora" de la naturaleza y de la libertad, el examen crítico como garantía de la dignidad del pensar filosófico y de la vida.. A través de la crítica, la ratón es motivada a "emprender de nuevo la más ardua de sus misiones, a saber, el conocimiento de sì misma y de instituir un tribunal que la garantice en sus pretensiones legìtimas y pueda por añadidura condenar todas sus usurpaciones sin fundamentos".
(Continuará) ...
Artículo publicado en La Industria. 17 de junio de 1981
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